-Ya no se puede salvar la pieza, le dijo la doctora. 

-¡Qué tristeza pero me duele tanto que sáquela ya, por favor!

- No puedo, hay infección. A simple vista veo el pus. Perdone, pero hasta huele a podrido. Además, así no funciona la anestesia.

-Sáquela aunque sea sin anestesia, ¡ya no soporto el dolor!

-No es solo que no funciona la anestesia, es que si se la saco ahora, la infección se extiende y puede que lo tengamos que meter en una caja de madera forrada en fieltro o barnizada, como lo prefiera.

-No bromee, haga algo.

-Lo único que puedo hacer es ponerle muchos antibióticos y, una vez que no tenga infección, la extraigo.

He recordado en estos días lo de mi amigo y su dentista, porque me ayuda a entender la situación política nacional. La ciudadanía sospechaba desde hace muchos años que el Estado estaba corrupto, pero se descuidó. Dejó pasar el tiempo. Varias veces eligió gobernantes de los mismos partidos. A don Abel porque muy simpático por tele. A doña Laura porque ¡qué lindo una mujer presidente, qué avance!  

Pero las bacterias seguían haciendo su trabajito. Por fin, una parte de la ciudadanía encontró en el señor Luis G. Solís al dentista. Pero la parte de la ciudadanía que prefería continuar con la infección, por costumbre, por pereza mental, porque prefería gastar en la cantina la plata de la dentista o por miedo, eligió diputados que no quieren sentarse en la silla del dentista, con la bocota abierta, bajo un reflector que ilumina hasta los pecados veniales ¡ni hablar de los mortales!

-¿No tiene el chorizo propiedades antisépticas? ¿No se puede embutir un poquito en el hueco de la carie, como una calza, para taparla y que duela menos? Preguntó en serio mi amigo. La doctora no supo si reír o darle una bofetada.

Entonces mi amigo se quejó.

-¡Inepta! En 100 segundos una buena profesional ya habría solucionado el problema. Usted sacó su título en una universidad de garaje. Ya perdió tres meses, digo minutos, de mi valioso tiempo. Antes de que yo llegara como paciente, tenía la obligación de tener un diagnóstico. Usted no tiene liderazgo. Vea que la ayudante se entretiene atendiendo el teléfono. . No es capaz de poner orden en la bancada diputadil de su propio partido, ni de entenderse como los de la oposición.

 La dentista, muy profesional, respondió:

-Abra más la boca, que voy a aprovechar para hacerle una limpieza a fondo. Su dentadura tiene mucho sarro, le veo otras caries y entre los dientes restos de chorizo. Todo eso hay que sacarlo ya.

Días después, eliminada la infección, la doctora comenzó a extraerle la muela. Pero mi amigo, miedoso como es, se movía mucho. Entonces ella le dijo:

-¡Déjeme gobernar!

Y extrajo la pieza que estaba entre negra y café.

Mi amigo intervino otra vez:

-Exijo que me haga ahora mismo un implante.

De nuevo muy profesional, la doctora le explicó que primero debe cicatrizar la herida de la extracción, que quedan cuarenta y cinco meses por delante, que se debe reparar de urgencia muchas piezas dentales con caries, poner a caminar como mandan las leyes a las instituciones públicas, que se pueden enderezar dientes torcidos y que si él pone de su parte y no sigue con impaciencias majaderas, le devuelve la sonrisa de la juventud. Pero tiene que pagar a tiempo las cuotas, nada de evasión fiscal, ni de contrabando, ni despilfarros. Y tiene que cepillarse los dientes tres veces al día, usar hilo dental, no consentir a los que comen chorizo, pedir cuentas a los chambones que gobernaron con tanta irresponsabilidad y exigir que los diputados de la oposición sean responsables y hagan una oposición patriótica.