Existen cinco preguntas que debemos responder ante la situación reciente en el mercado mundial: ¿debe prepararse el país ante una nueva crisis mundial y cuáles son sus causas? ¿esta crisis sería más profunda que la primera en 2008 y 2009? ¿está preparado el país? ¿qué responsabilidades tienen el gobierno y los partidos políticos en esa preparación? ¿quiénes deberían asumir el costo?
Desde el año 2007, la economía internacional viene presentando grandes turbulencias. En 2008 se presentó una profunda recesión como resultado, en gran parte, de las hipotecas basura detectadas en EE.UU., auspiciadas por la avaricia de personas alrededor del negocio de las bolsas de valores.
Esta situación hizo que la política económica liberal de que “los mercados se autoregulan” y que prácticamente no necesitan normas fuera desmentida por la realidad. Los gobiernos de países como EE.UU. y los europeos tuvieron que intervenir en las economías para alentar el crecimiento y evitar las quiebras de bancos y empresas. Con ello los entes financieros internacionales no solo lograron salir, de momento, de la crisis financiera, en los Estados Unidos de América y en Europa, sino que fueron capaces de pasarle la factura a la gente “de a pie”. Sobre este tema puede verse a Stiglitz, en http://www.project-syndicate.org/.
Más recientemente, la semana del 8 al 12 de agosto 2011, fue la más volátil desde la crisis del 2008-2009, cuando una crisis de credibilidad en los mercados de valores, ahora alrededor de las deudas de los Estados de países desarrollados, produjera grandes fluctuaciones. Esto a su vez es el resultado de la intervención en las economías para salvar empresas en unos casos y en otros estimular el crecimiento económico. En todo caso, los efectos de esta posible nueva crisis sobre los países desarrollados sería el mismo: poco o nulo crecimiento y aumento del desempleo abierto. Esto afecta no solo los ingresos de las familias sino la misma autoestima de las personas.
Por otra parte, una publicación reciente de indicadores de EE.UU. indica que el crecimiento de su economía se mantiene en niveles muy bajos, al igual que sus importaciones que no crecieron en el último trimestre (abril a junio 2011).
Estos indicadores presagian una crisis internacional, probablemente para el próximo año, según diversos especialistas de países desarrollados.
¿Está preparado Costa Rica para enfrentar una nueva crisis internacional?
La economía de EE.UU. está creciendo lentamente y viene acompañada por indicadores de deuda soberana que limita la acción del Gobierno Federal en cuanto a posibilidades de intervenir en los mercados, tal como sí lo pudo hacer con la crisis del 2008-2009. Además las tasas de interés están en niveles muy bajos. Esto afectaría las posibilidades de atenuar una segunda crisis mundial.
Si se presentara una nueva crisis internacional, recordemos brevemente los efectos que tuvo la crisis precedente sobre nuestra economía: menores exportaciones, menos inversión extranjera, menos turismo, mayor desempleo abierto y aumento de la pobreza.
La forma en que Costa Rica encaró la crisis anterior limita en forma significativa las posibilidades de acción del gobierno actual, puesto que existe una aguda crisis fiscal y por tanto existirían menos posibilidades de intervención. Ello agravaría sin duda la situación económica y social del país, en el corto plazo. Por otra parte, el Plan Escudo no fue la mejor opción desde el punto de vista de las políticas para enfrentar la crisis mundial.
¿Quiénes serían los más afectados?
Por lo sucedido en el período 2008-2010, se puede asegurar que serían las familias y personas, especialmente por el desempleo abierto y el subempleo. Los datos de INEC indican que el desempleo abierto en el 2010 fue de 7,3% como promedio; no obstante, las personas que se ubicaron en el quintil de ingreso per cápita más bajo el desempleo abierto alcanzó al 20,5%. Eso hizo y hará que la pobreza aumente en ciertas zonas urbanas pobres y en zonas costeras.
Los exportadores y las que personas asociadas a las actividades turísticas también tendrían efectos adversos. Estos sectores hoy se ven agobiados, además por la política cambiaria que hace posible que el tipo de cambio actual esté como hace cuatro años atrás. Esto favorece, por su parte, a los sectores importadores comerciales y aumentará el desequilibrio comercial de este año.
¿Qué responsabilidades tienen el gobierno y los partidos políticos en esa preparación?
El gobierno debe gobernar la nación. Se espera que sirva de guía en los momentos actuales, en que se generan grandes tensiones sociales. Los partidos políticos deben ayudar al gobierno, siempre que éste tenga apertura y considere que los puntos de vista de los otros partidos pueden ser válidos, al menos alguno de ellos. No se trata de otorgar “cheques en blanco”.
¿Quiénes deberán asumir el costo de enfrentar esa crisis?
En las presentes circunstancias, son necesarios nuevos impuestos por diversas razones. No solo para tener más posibilidades de intervención, sino para lograr que el país mejore ciertos indicadores claves en el proceso de desarrollo.
No obstante, la propuesta fiscal del gobierno tiene graves omisiones, que los partidos de oposición deben denunciar y proponer alternativas, al mismo tiempo. La limitación más relevante de la propuesta del gobierno es no cambiar la estructura tributaria que actualmente es regresiva. Los impuestos no deben caer sobre la clase media y los sectores pobres. Debemos más bien protegerlos.
En ese contexto, es necesario delinear tres elementos: cambios en la estrategia de desarrollo (dada la enorme vinculación de la economía tica a EE.UU., se hace imperativa la búsqueda de una nueva apuesta de nuestra estrategia de inserción internacional); modificar la política macroeconómica (pasar a una macroeconomía que favorezca el desarrollo integral y no solo la estabilidad económica) e inducir un acuerdo nacional para enfrentar la nueva crisis económica y social. El tiempo para avanzar en esos elementos se nos está acabando.