“El primer error sería un regalo del tipo “informe-lamento”, dedicado a detallar lo mal que recibió todo, a describir ad nauseam la finca encharralada”. “En fin, ya pasó el tiempo de la llorada” (7 de agosto).

Existe la ignorancia culpable y la no culpable. Sin juzgar si aquí se trata de una o de otra, por lo menos hay falta de perspicacia. Un reputado científico social, al frente de una oficina como el Estado de la Nación, cuya finalidad radica precisamente en investigar e informar a los ciudadanos sobre cómo y por dónde va el país, no quiere ver la importancia del discurso presidencial, ya famoso antes de ser pronunciado.

La circunstancia histórica resulta obvia para todo el que no tenga intereses creados. Nuestro pueblo apenas si comienza a salir de décadas de tiranía disimulada, eso que alguien llamó “dictadura en democracia”; ¿recuerdan quién lo dijo? Todavía sufrimos y sufriremos por muchos años más las consecuencias del bipartidismo, que luego cambió a monopartidismo. Se debe aquilatar, entonces, que una administración, desvinculada de las bi-monarquías, al asumir el poder por una masiva voluntad popular, quiera contarnos lo que encuentra en las “entrañas del monstruo”, como decía José Martí.

Alegrémonos de que el gobernante y su equipo tengan ganas de decirnos cómo están las cosas por dentro y desde adentro. Necesitamos que se nos describa, con pelos y señales, mejor todavía si hay consecuencias judiciales, lo “encharralado de la finca”. Porque ni la Negrita será capaz de enrumbar al país mientras no se conozcan y se limpien “las entrañas del monstruo”. Necesitamos enterarnos, no sólo de los ingredientes del putrefacto y monumental chorizo, sino quienes lo cocinan, se lo comen y además engordan. Alguien tendrá que aplicar un enema evacuante, vulgo lavativa, eficaz remedio de las abuelitas.

¿Le vamos a creer a Vargas Cullel que no tiene noticia de la enmarañada red tejida entre funcionarios públicos embutidos (nunca mejor dicho) en la administración pública, mañosos en vicios, pasadizos, entendimientos, jugadas de pared… y determinados empresarios y políticos? ¿Se va a declarar ignorante de que la corrupción se asemeja a un chorizo que como una boa, anuda la administración pública con la empresa privada? Si fuera de otra manera, si no beneficiara los dos extremos del salchichón, de no existir empresarios políticos y políticos empresarios, hace añales el alijo habría desaparecido. En realidad, ni existiría. Así que, mi distinguido señor, póngase vivo, porque a usted nadie le va a creer si insiste en hacerse el tonto. En vez de pedirle al Presidente que se calle, que no hable, que guarde entre pecho y espalda (bajo riesgo de contraer pulmonía) lo que ha visto y comprobado en las interioridades del Estado, exíjale que lo diga todo, al menos todo lo que pueda decir sin poner en juego su silla presidencial.

Ya tendrá Luis Guillermo Solís mil trescientos sesenta días para hacer lo que pueda hacer. Pero nadie siembra en un charral.