Sin embargo, en días pasados el tema del ébola hizo estallar la III Guerra Mundial. La hipótesis de que la enfermedad fuera una “construcción de laboratorio”, con fines bélicos o comerciales, generó una reacción aguda y quizá (justamente) indignada de algunos miembros de la lista. Entre correos que iban y venían, apareció la voz sensata del Dr. Juan Jaramillo (uno de nuestros más respetados médicos en América Central) recordando brevemente sus verdaderos orígenes y su evolución ante las leyendas que se empiezan a tejer alrededor de esta potencial pandemia. Lo grave, lo gravísimo del caso, es su conclusión, que podría indicar que estemos ante una nueva peste bubónica, la peste negra que en siglo XIV asoló más de 40 millones de personas en la Europa de su época, casi el 50% de la población.
Cito al Dr. Jaramillo: “Este virus fue descubierto, durante una epidemia de fiebre hemorrágica en personas que habitan en una región del río Ébola en la República Democrática del Congo, en África, y de ahí su nombre. Desde entonces han habido varios brotes de esta enfermedad en Zaire, Gabón y República del Congo. Hay cinco especies diferentes con diferente capacidad de difundirse o de letalidad y se diagnostica por una prueba de laboratorio. La actual epidemia ha sido la más virulenta con una tasa de mortalidad de 90%. Al parecer algún humano fue infectado por murciélagos de la fruta, que son huéspedes naturales, o por simios ( a estos los mata la infección), como resultado de una mordedura o por comer carne cruda. Se contagia de persona a persona, por la sangre, las heces, el esputo, etc. O sea, por el contacto cercano con el enfermo. De ahí que el aislamiento es necesario y el quemar toda la ropa y cosas en contacto con el enfermo son importantes. Este último brote surgió en el 2013 en África Occidental, extendiéndose a Guinea, Sierra Leona, Liberia, y Nigeria. No hay vacuna ni antibiótico que sirva. Y el tratamiento médico con hidratación y otros cuidados salva a pocas personas.
Y aquí viene lo grave: “Lamentablemente no creo que pronto haya una vacuna, ya que es muy arriesgada la experimentación con animales con este virus, y los laboratorios internacionales que preparan estas vacunas, no creo se arriesguen a ello y sobre todo porque sería un mercado muy pobre el que la pudiera comprar y el costo de producirla muy alto”. El Dr. Jaramillo pone el problema en su justo medio. Estamos ante el peligro de una pandemia, es cierto. ¿Pero si los responsables somos nosotros mismos—como resultado de la creciente deforestación en África en las últimas décadas —no somos también nosotros capaces como humanidad de ponerle freno?
Un colofón, obligado. Los periodistas en los países infectados testimonian que únicamente Médicos sin Fronteras—esa institución absolutamente excepcional y valiente-- enfrenta día a día la enfermedad, cuidando a los enfermos en las camas, mientras el resto de organismos internacionales y la comunidad mundial se da golpes en el pecho, pero observando el panorama a la distancia, con catalejos, como se ve el escenario desde el palco de la ópera. Mucho discurso y muchas lágrimas de cocodrilo.
(*ordonez@icgweb.org, URL corto: http://on.fb.me/1D9IuMn) Publicado también en La Extra.