El análisis del crecimiento económico en el 2011 nos deja una enseñanza clara: hay que revalorar la estrategia de desarrollo que el país ha seguido en los últimos 30 años. Veamos seguidamente, en forma resumida, por qué y los elementos básicos de una nueva estrategia de “desarrollo integral”.

 El Programa Macroeconómico del BCCR consideró al inicio del 2011 que la economía tendría un crecimiento similar al del 2010, cuando fue del 4,3% anual; la revisión del crecimiento por parte del BCCR, en julio 2011, consideró que la tasa de crecimiento aumentaría al 4,5%, pero el sábado pasado la redujo al 4% anual (La Nación, 3/12/2011). Por su parte, la CEPAL estimó el aumento de la producción en el 2011 en un 3,2% anual. Esta estimación de la CEPAL se hizo tomando en cuenta las tendencias actuales de la economía mundial, en particular el bajo crecimiento de los Estados Unidos de Norteamérica y Europa. El crecimiento en el tercer trimestre del PIB en Costa Rica sería del 2,8% anualizado, lo que justificaría la última estimación del BCCR.

 Un análisis más detallado indica que el crecimiento en el 2011 pasó a ser liderado, en forma más contundente, por el “gasto de consumo final de los hogares”.  Este representa, generalmente, un poco más del 60% del PIB. En el 2011, representaría alrededor del 66%. Las exportaciones de bienes, por su parte, que representaron un poco menos del 50% del PIB en el segundo trimestre del 2007, estarían reduciendo su participación al 44% en el mismo trimestre pero del 2011. Esto sería un resultado de la crisis mundial que ya está afectando a la economía nacional. Esto puede evidenciarse en el crecimiento de las exportaciones de bienes (en términos reales), que tuvieron un aumento del 2,24 y 4,26 en los dos primeros trimestres, respectivamente, del presente año.

 Esto nos indica que el modelo de crecimiento hacia afuera, fundamentado en las exportaciones a los mercados de Estados Unidos de Norteamérica y Europa (Costa Rica coloca alrededor del 60% de sus productos en esos mercados) y en un continuo crecimiento de las inversiones extranjeras “para desarrollar el país”, según sus promotores más apasionados, estaría nuevamente cuestionado. No es sensato continuar apostando a un esquema exportador que conocemos que pasa por serios problemas, en vista de la crisis mundial iniciada en los EE.UU. en la década pasada.

 Por otra parte, ese crecimiento modesto de la economía condujo en el 2011, según la ENAHO, a una generación de fuentes de empleo de un 55% de “ocupaciones no calificadas”; a un aumento del 10% en el número de desempleados (alcanzando 165.015 desempleados, afectando más a las mujeres en este año); y a un crecimiento del 26% en el subempleo por “insuficiencia de horas”. Asimismo, un 68% de los nuevos pobres se ubicaron en la categoría de “pobreza extrema”, donde el 36,5% de las personas están desempleadas. El deterioro social es evidente y se manifiesta en la mayor inseguridad que tenemos los ciudadanos.

 En forma paralela, la desigualdad del ingreso, medida por el coeficiente de Gini, viene incrementándose, lo que es un resultado del esquema actual de desarrollo. Así lo constatan estudios para otros países latinoamericanos.

 De cara al 2012, la situación internacional indicaría que los mercados donde se coloca la mayor parte de nuestras exportaciones tendrían un crecimiento económico cercano a cero (los 15 países de la zona europea tendrían un crecimiento anual del 1,6%, 0,2% y 1,4% en el 2011, 2012 y 2013, respectivamente; EE.UU. obtendría un crecimiento promedio menor al 2% anual en esos años. Esto indica que Costa Rica tendría mayores dificultadas para crecer, en una situación donde no se tienen los recursos fiscales del 2008. Como se recordará, se pasó de un superávit en 2007 y 2008 en el Gobierno Central, a un creciente déficit fiscal a partir del 2009, precisamente un año pre-electoral.

 Urge una revaloración de la estrategia de desarrollo ante la crisis que ya se inició. Aun más, un plan de emergencia para los próximos 5 años, si se considera que la crisis actual no tendrá un final cercano. Las preguntas que deberíamos plantearnos, en mi criterio, deberían girar alrededor de tres grandes áreas: qué sectores nacionales pueden favorecer el crecimiento en los mercados interno y externo y la creación y desarrollo de vínculos intersectoriales entre sectores productivos (la producción agrícola, energía, cuido y desarrollo de recursos naturales, salud, educación y vivienda, por ejemplo) y bajo qué condiciones, cómo generamos fuentes de empleo de calidad para todos los sectores sociales y cómo, al mismo tiempo, redistribuimos mejor la riqueza.

 Las respuestas a estas y otras preguntas no parecen que puedan provenir del gobierno, sino de un diálogo social amplio donde los distintos sectores sociales dejen de lado sus intereses particulares y opten por preferir el interés nacional. ¿Será posible? ¿O será necesario que se conforme una coalición de partidos y de personas que sugieran nuevas estrategias de desarrollo, a partir de impulsar esquemas donde todos quepan y no se otorguen privilegios para ciertos sectores sociales?