En mi opinión lo que dijo hace tres días (9 de agosto) fue lo más audaz y peligroso hasta ahora. Dijo que Hillary Clinton quiere abolir la Segunda Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, proclamada poco después de su independencia, obviamente una época muy distinta a la actual.
La enmienda garantiza a los ciudadanos poseer armas para defenderse, organizarse en una milicia y defender sus derechos. Para hacer más grave lo dicho, expresó que quizá quienes defienden ese derecho “podrían hacer algo si se lo quieren quitar”.
Pienso que un candidato a cualquier cargo de elección, desde una municipalidad a la presidencia de su país no puede expresarse así, en un país en donde varios de sus líderes han sido asesinados o sufrido intentos de asesinato.
Dos días antes apareció en el podio, detrás de la candidata Clinton, el padre del asesino de la reciente masacre de Orlando. Como era de esperar los dirigentes de su campaña explicaron que no había sido invitado ni sabían cómo esa persona pudiera estar ahí, que iniciaban una investigación y la propia candidata pidió disculpas. ¿Es esto una extraña coincidencia?
En una de las más recientes plazas públicas de Trump, él mencionó lo sucedido con el padre del asesino de Orlando y criticó duramente a su contrincante por no saber quiénes podrían estar en el podio detrás del candidato. Acto seguido dijo que en sus presentaciones sabían quiénes estaban en esa posición. Desgraciadamente para él, en ese preciso momento estaba detrás un congresista expulsado de su puesto por ser pedófilo.
Pareciera que Trump ha hecho y continúa haciendo graves errores. Quizá necesita una larga vacación!