El deslave tóxico se dio en vísperas de una visita del presidente Rodrigo Chaves a Crucitas de San Carlos. El desastre amabiental afecta a la flora y fauna silvestre por la contaminación de las aguas de ríos y afluentes.
El agua del depósito posiblemente contenía residuos de metales pesados, mercurio y cianuro que se utilizan en la extracción del oro. Estos desechos bajaron por el río Santa Lucía, para luego llegar al río Abangares, que desemboca en el Golfo de Nicoya, explicó la Federación para la Conservación de la Naturaleza (FECON).
La Unión Cantonal de Asociaciones de Desarrollo de Abangares (UCADA) por su parte, emitió una advertencia a la población sobre el deslave en la que recomendó “no acercarse a los ríos, debido a que, aparentemente, se habría roto una pila que contenía cianuro, material que ya habría llegado a los afluentes”.
En un comunicado, FECON agrega que de acuerdo con información que consigna Elpaís.cr, los terrenos donde se encuentra la laguna de lixiviación eran propiedad de la minera canadiense MCC Minning. Empresa que en 2011 ya operaba con grandes cuestionamientos y que el 19 de agosto de ese año, la Dirección de Geología y Minas ordenó el cierre de la planta de beneficiado de oro.
La minería metálica a cielo abierto en las zonas tropicales conlleva riesgos inaceptables. En lugares donde las precipitaciones son abundantes, los daños ambientales son profundos y por si fuera poco, tardan décadas en ser remediados. Pero además su mitigación es muy difícil.
En Costa Rica la vulnerabilidad ambiental ante la minería de metálica se suma a otra vulnerabilidad: la institucionalidad minera obsoleta, escueta y con escasas herramientas de control y auditoría ambiental, como ha quedado manifiesto en este caso.
Esto es más que suficiente para mantener la prohibición minera y no aventurarse nuevamente en la irresponsable explotación minera.
El presidente Rodrigo Chaves visitó Crucitas, en Cutris de San Carlos, sólo un día después del desastre en Abangares de Guanacaste. Sería irresponsable de parte del mandatario y su ministro de ambiente, Franz Tattenbach, que viendo lo sucedido en el río Santa Lucía, piensen siquiera en explotar Crucitas.
Tardaran décadas enteras antes de que la cuenca del río Abangares se recupere. Se ha generado un daño irreversible en las fuentes de agua de la zona y sus ecosistemas ripiarios. Las personas que viven en la zona y las poblaciones de animales silvestres se enfrentan a toneladas de lodos tóxicos que contaminarán incluso gran parte del Golfo de Nicoya y su vida marina.
Es tarde para evitar el desastre ambiental en el río Abangares, pero estamos a tiempo de evitar que Crucitas siga el mismo camino.