Como se recordará, el Acuerdo de Escazú es un tratado internacional adoptado bajo los auspicios de la Comisión Económica de Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL) en marzo del 2018 en Costa Rica por 33 delegaciones de América Latina y del Caribe y consta de 26 artículos (el texto se encuentra disponible en este enlace): su objetivo es traducir en términos legales el Principio 10 de la Declaración de Río de 1992 sobre participación pública informada en materia ambiental. 

En marzo del 2022, una cita en la capital costarricense auspiciada por la CEPAL y los prinicipales bancos internacionales de cooperación al desarrollo reafirmó que el Acuerdo de Escazu se enmarca perfectamente con los lineamientos generales sobre transparencia y rendición de cuentas que promueven estas entidades internacionales en materia de inversión.

 

Un hecho insólito

Cabe precisar que, sin Costa Rica, el Acuerdo de Escazú entró oficialmente en vigor el 22 de abril del 2021, con 12 Estados Parte, siendo Argentina y México los Estados que permitieron alcanzar la cifra necesaria para su entrada en vigor:  el estado actual de firmas y ratificaciones está disponible en este enlace oficial de Naciones Unidas, con un instrumento de ratificacion adicional (Chile) depositado en junio del 2022, y otro pendiente (Colombia) luego de aprobarse por parte de ambas cámaras de su congreso  y ser sancionado por el Presidente colombiano en noviembre del 2022 (véase nota nuestra al respecto). 

En el caso de Costa Rica, es la primera vez que se observa a un Estado que lidera la negociación de un instrumento internacional y que le da el nombre de uno de sus cantones, no aparecer entre los primeros Estados en ratificarlo y tampoco formar parte de los que le dan vida juridica para lograr su entrada en vigor (11 Estados requeridos en el caso del Acuerdo de Escazú).    Se trata de una situación totalmente anómala e insólita, y sobre todo desconocida hasta la fecha en la práctica diplomática internacional.  Tanto dentro como fuera de Costa Rica, la inconsistencia con la imagen internacional proyectada es total e inentendible. (*) Nicolás Boeglin es profesor de Derecho Internacional Público, Facultad de Derecho, Universidad de Costa Rica (UCR).   En el ámbito interno, la incongruencia de varios partidos políticos es más que evidente al recordarse que en febrero del 2020, este mismo instrumento internacional fue aprobado con 44 votos a favor y 0 en contra (véase tablero con detalle de los votantes del 13 de febrero del 2020): raramente se ha observado en Costa Rica tan súbito cambio de parecer de diversas agrupaciones políticas, las cuales se retiraron en mayo del 2022 de aquella legislatura (2018-2022) sin brindar ninguna explicación al respecto.         óúó   ón de las personas que defienden el ambiente constituye una persistente realidad.véase nota  nuestra al respecto).    Otros aspectos que busca regular este tratado internacional, como por ejemplo el acceso a la información en materia ambiental, es objeto de lagunas persistentes que obligan a ciudadanos y a organizaciones costarricenses a recurrir sistematicamente a los tribunales de justicia para obtener información que entidades estatales les niegan. El mismo recurso a la justicia nacional se observa en materia de consulta y de participación de comunidades potencialmente afectadas por un proyecto de cierta envergadura: sobre este preciso punto, Chile recientemente estableció un mecanismo siguiendo precisamente los lineamientos del Acuerdo de Escazú (véase enlace oficial  del SEA - Servicio de Evaluación Ambiental - al respecto).   La conflictividad socioambiental en aumento registrada en Costa Rica en los últimos tiempos evidencia las carencias de todo tipo de su actual marco normativo (y los reiterados informes del Estado de la Nacion asi lo documentan).     A modo de conclusión   Más allá del desconocimiento que parecieran tener algunos jerarcas sobre el carácter incompleto del marco legal en materia ambiental en Costa Rica y las razones esgrimidas por las actuales autoridades ambientales costarricenses para justificar su posición, es probable que el archivar el Acuerdo de Escazú dañe sustancialmente la imagen de Costa Rica en el exterior.    Tal y como se indicó en una nota publicada por el Semanario Universidad este mismo 1ero de febrero, al no aprobar el Acuerdo de Escazú, "Costa Rica está perdiendo toda credibilidad internacional, al estar dándole la espalda a dos pilares tradicionales de su política exterior, como lo son derechos humanos y ambiente".

Profesor de Derecho Internacional Público, Facultad de Derecho, UCR.
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