No hay expresiones de violencia mínimas ni inofensivas, todas marcan un estado sintomático de caos social: frustración, impotencia, irrespeto, sangre y muerte.

Marcello, el protagonista de Dogman es un hombre pequeño y delgado, que siente un amor inconmensurable por los perros, y por su hija Alida, una niña con la que tiene interacción de manera periódica.

Su mundo gira entre dos realidades: la dinámica masculina de su grupo de vecinos y el amor que profesa cuidando a los perros que llegan a su lugar de trabajo. Perros bravos, mansos, grandes, pequeños, peludos… todos se dejan seducir por la dedicación y la sensibilidad de Marcello.

En nuestra sociedad occidental, obsesionada por entender solo los binomios, una masculinidad “frágil” es un blanco oportuno para quienes la violencia es el modus operandi de subsistencia. Así, Simone, el matón, recurre a una estrategia común en el patriarcado para subyugar voluntades: la feminización de sujetos. Marcello es manipulable, no se le pide opinión, es ignorado, insultado, humillado, agredido, despreciado y para él, el silencio es el territorio más seguro para existir.

Dogman de Matteo Garrone (Italia) recrea una sociedad donde una persona desata un ciclo de violencia y, de una u otra manera, la violencia es recibida, complementada y aplaudida por los hombres que tienen presencia y voz en la película. Alida, la mujer de la película, ve la violencia y se confunde, le extraña y le duele, quizá a los perros también les duela.

En Dogman la estética, la trama y los roles de los personajes representan un espejo de nuestra propia realidad. La realidad de sociedades que alimentan la violencia y luego, se extraña de que esta violencia la alcance.

Próxima función: sábado 6, a las 8:00 pm. Teatro la Aduana.

ENTRADAS ¢2000 general, ¢1500 estudiantes, GRATIS ciudadanos de oro.

VENTA en línea en www.costaricacinefest.go.cr y www.yappexperience.com. Con tarjeta de crédito o débito.

ACCESE AL PROGRAMA DE MANO: https://bit.ly/2Vyj6i7.

(* jesuscduran@gmail.com)