Las medidas han contado con el voto favorable de 74 senadores, por 26 que han votado en contra. Hoy expiraba el plazo para que, en caso de no elevar el techo de endeudamiento, la Administración estadounidense se declarase en suspensión de pagos. Por eso, como se esperaba, Obama ha estampado rápidamente su firma después de que el plan haya obtenido el respaldo de las dos cámaras del Congreso estadounidense.
"El Congreso acaba de aprobar un plan que garantiza la reducción del déficit y una crisis que hubiera devastado nuestra economía. Es un primer paso importante", ha dicho el presidente estadounidense en una breve declaración desde la Casa Blanca. Obama ha insistido en que "el crecimiento económico no se alcanza solo con recortes", en alusión a las medidas que le ha impuesto la oposición para sortear la que hubiera sido la primera quiebra del país.
Con todo, el presidente demócrata ha mostrado que no está dispuesto a renunciar a su programa y ha asegurado que seguirá intentando reformar un sistema que "sigue garantizando que multimillonarios paguen menos impuestos que profesores o enfermeras". Precisamente una de las condiciones que exigieron los republicanos fue la retirada del aumento de impuestos a los ricos, que Obama quería imponer después de que el anterior presidente, Geroge W. Bush, les concediera grandes ventajas fiscales.
Votación sin sorpresa
Con mayoría demócrata en el Senado, el margen para la sorpresa era hoy poco. Antes del fin de la votación se ha sabido que el pacto contaba ya con el respaldo necesario de al menos 60 senadores. Más complicada, a priori, fue la aprobación, a última hora de ayer, por parte de la Cámara de Representantes, dominada por el Partido Republicano desde las últimas elecciones legislativas.
Finalmente, con 269 votos a favor y 161 en contra (95 del ala izquierda del Partido Demócrata y 66 de los ultraconservadores del movimiento del Tea Party), los congresistas aprobaron el plan para elevar el techo de deuda de 14,3 billones de dólares -que se alcanzó el pasado mayo, aunque los mecanismos legales permitieron postponer hasta hoy la obligatoriedad de declarar la suspensión de pagos- y, a cambio, reducir en 2,1 billones el déficit público en los próximos años.
Con todo, la dura batalla política y la demora del acuerdo ya han pasado factura a la economía estadounidense. Las principales agencias de calificación han amenazado con revisar a la baja la calificación de AAA con la que cuenta la deuda de EE UU. En concreto, Standard&Poor's dijo a medidados de julio que existían un 50% de posibilidades de que eso sucediera en los próximos tres meses.