En este 2022, la novela de Remarque ha vuelto al cine con el título homónimo de la novela bajo la dirección Edward Berger y distribuida por Netflix. Hasta donde he leído, en general la crítica ha sido entusiasta para esta nueva versión de la obra antibélica de Remarque, al igual que lo fue para la versión de hace noventa años.
La obra está narrada desde el punto de vista de un soldado, Paul Bäumer. El joven militar se alista, en 1917, para ir a combatir en el Frente Occidental, contra Francia, en la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Tanto la novela como la película de este año (no he visto la de 1930), pone al desnudo la crudeza y el dolor de la guerra, con la muerte y destrucción, física y mentalmente, de los soldados, en un conflicto que dejó cerca de 17 millones de muertos.
“¿Crees que vale la pena morir por este pueblo?”, pregunta un soldado a otro en lo más crudo de aquella degradación humana, un interrogante que no dudo que se debe hacer cualquier soldado en todas las guerras que han asolado a la humanidad, desde los tiempos prehistóricos. Algunas escenas son difíciles de digerir.
Pero junto al dolor, la muerte y el temor, están las muestras de heroicidad y solidaridad en las condiciones más deplorables a que son arrastrados aquellos hombres, ya en las postrimerías de la llamada Gran Guerra. “Soy joven, tengo veinte años, pero no conozco de la vida más que la desesperación y la muerte, la angustia y el tránsito de una existencia llena de la más estúpida superficialidad a un abismo del dolor. Veo que los pueblos son lanzados los unos contra los otros, y se matan sin rechistar, sin saber nada, locamente, dócilmente, inocentemente”, narra un soldado en el frente de batalla, según la novela de Remarque (esta cita no está en la película).
El libro del autor alemán fue uno de los miles que fueron a parar a la hoguera con el ascenso de Hitler al poder, en 1933, por considerar que la novela traicionaba el “espíritu” alemán. En un artículo publicado en el 2008, el profesor Alexander Sánchez Mora, establece un paralelismo entre Sin novedad en el frente con El infierno Verde, del costarricense José Marín Cañas (Suplemento Áncora 2/3/2008).
El infierno verde, una de las mejores novelas costarricenses del siglo XX, fue publicada primero en el diario La Hora, que dirigía Marín Cañas, en 56 entregas entre el 14 de enero y el 20 de marzo de 1935. Es el supuesto diario de un soldado paraguayo que llega a manos del autor del relato (Marín Cañas), un recurso muy frecuentado en la narrativa y que se remonta a la obra cumbre de Miguel de Cervantes, Don Quijote. El escenario es la guerra del Chaco, entre Paraguay y Bolivia (1932-1935). La novela transcurre en un tono pesimista. El infierno verde es considerada, al igual que Sin novedad en el frente, una novela de corte antibélica. En Marín Cañas, es el dolor, la solidad y el abandono.
“En las novelas de Remarque y de Marín Cañas, el narrador protagonista es un soldado raso que participa directamente en el frente de batalla”, reseña Sánchez Mora, pero aclara que, sin bien los paralelismos entre ambos textos son innegables, “no debe pensarse que la intertextualidad es tan simple como que un texto repite o, peor aún, copia al otro”. La originalidad de la novela del costarricense es indiscutible. Su primera edición es de la editorial Espasa-Calpe, Madrid, 1935.
Al fin, ha sido de la historia de la humanidad, que nunca ha estado alejada de las guerras, desde que los humanos comenzamos el transitar por el planeta. La conquista de nuevos territorios, nuevos mercados, más recursos, la intolerancia religiosa o simplemente el capricho de un dictador, han levantado el más primitivo nacionalismo y lanzado a los pueblos a matarse unos contra otros. Sea Europa, que generalmente ha vivido en guerras, o las etnias prehispánicas de lo que ahora es América, nunca se han dado tregua, hasta nuestros días.
No queda que más invitarlos a una retrospección y a ver la película, de algo puede servir, y, si se presenta la ocasión, leer estas dos magníficas novelas: Sin novedad en el frente y El infierno verde. (La ilustración corresponde a la edición de 1967, que compré hace muchos años en una venta de libros usados.