Varios sondeos divulgados en los últimos días, coincidiendo con el primer aniversario de la administración Solís Rivera, señalan una fuerte caída en la imagen del presidente.
Según una encuesta de CID-Gallup que circuló el miércoles, el porcentaje de aprobación para Solís ha caído 16 puntos desde noviembre pasado, lo que resulta más notable considerando el hecho de que también fue el presidente electo con la mayor aprobación en la historia del país, alrededor de 1.300.000 votos, equivalentes a casi un 78% del total emitido.
Analistas como Francisco Barahona, Vladimir de la Cruz e Iván Barrantes coinciden en líneas generales en que ese apoyo masivo, unido a las promesas de cambio del Partido Acción Ciudadana(PAC), generaron expectativas sobredimensionadas en torno a la gestión del nuevo gobierno y que, al quedar insatisfechas, lo que han ocasionado en amplios sectores es un creciente estado de frustración.
Lidiando con la inexperiencia
“Prácticamente los primeros tres meses fueron de acomodo, de aprender las cosas elementales”, como quien llega a una cosa y no sabe ni dónde está el apagador para prender la luz.
Con esta analogía describe el inicio de la gestión el estratega en imagen Iván Barrantes, quien fue pieza clave en la campaña electoral de Solís y luego asesor ad-honorem en la Presidencia, hasta que se vio forzado a renunciar por las intensas presiones de sectores políticos y de prensa, que le cuestionaban su relación paralela con empresas privadas.
Según Barrantes, esos tres meses eran esenciales para impactar positivamente en la percepción de la ciudadanía, pero el nuevo gobierno los consumió en un lento proceso de acomodo.
El problema, afirma, que es que había una expectativa de cambio y para la gente en general cambio significa logros concretos y medibles y esos logros no se han concretado.
Situaciones como la pobreza, la falta de fuentes de empleo, el elevado costo de la vida, el caos vial en las principales ciudades, las deficiencias de la Caja Costarricense del Seguro Social, son problemas que las personas sienten muy de cerca, que afectan su calidad de vida, y que no dan visos de mejoría.
En combate con la realidad
A la inexperiencia, se ha sumado el hecho de que la nueva administración empezó a trabajar en 2014 con un presupuesto que había sido definido por el gobierno anterior, de Laura Chinchilla, y –lo que es peor aún- con un déficit fiscal demasiado alto, de aproximadamente un 6% del PIB.
Esto amarró mucho las manos de las nuevas autoridades e hizo más evidente la urgencia de reformas fiscales de fondo, que tampoco ha podido impulsar ante la negativa cerrada de la oposición política.
En medio de esta situación adversa, el gobierno ha vivido situaciones internas muy difíciles que se han proyectado públicamente y han afectado su imagen.
En algunos ministerios se han dado conflictos entre los más altos jerarcas, como pasó en Ciencias y Tecnología, donde un serio conflicto entre la ministra y uno de los viceministros salió a la luz recientemente, justo cuando ambos renunciaban a raíz de la publicación de un controversial proyecto de ley de radio y televisión.
Situaciones como la pérdida del directorio legislativo, ocasionada en parte por conflictos internos en la fracción oficialista, o el fracaso del Festival Internacional de Artes, han contribuido a proyectar una imagen negativa que, además, se refuerza todos los días por el tipo de enfoque con que la prensa aborda tales problemas, estiman los analistas.
Deficiente comunicación
Otra de las situaciones que han afectado la gestión de Solís tiene que ver con la falta de una apropiada estrategia de comunicación, un tema que fue relegado a segundo plano desde el principio. Esto se refleja en el hecho de que el presidente no designara un ministro de Comunicación, sino que delegara dicha función en el ex ministro de la Presidencia Melvin Jiménez.
Esta situación produjo, en parte, que las relaciones con la prensa caminaran mal y en determinado momento llegaran a tensarse. Pero, sobre todo, determinó que el gobierno perdiera la oportunidad de informar a la ciudadanía de los esfuerzos que realiza en diferentes campos y los logros puntuales alcanzados hasta ahora, en temas como infraestructura, educación, combate a la pobreza extrema, entre otros.
El nombramiento de un experimentado comunicador como Mauricio Herrera en la cartera de Comunicación, fue un paso acertado que podría ayudar al presidente y a su gobierno a resolver muchas de las deficiencias que se acumularon en ese campo durante su primer año.
No obstante, los analistas coinciden en que lo fundamental para el presidente Solís es alcanzar la concreción de metas y fortalecer la cohesión de su equipo de gobierno en el segundo año, para restaurar la credibilidad dañada hasta el momento.