La opinión consultiva que dio a conocer la Corte IDH el pasado 9 de enero señaló a Costa Rica que el Estado debía de reconocer y garantizar todos los derechos que se derivan de un vínculo familiar entre personas del mismo sexo.

Entre personas públicas y redes sociales las posiciones a favor cómo en contra han salido a relucir, dejando en controversia al país sobre la conveniencia de aceptar o no, una decisión como el matrimonio igualitario.

El Colegio de Psicólogos de Costa Rica emitió una opinión el pasado jueves, donde señaló su posición a favor de la resolución de las Corte IDH e hizo un llamado para que “la sociedad contribuya al respeto de los derechos humanos”.

En esta línea los psicólogos se sienten convocados, por ejercer una profesión que mantiene una posición de reivindicación con grupos que han sido vulnerables en sus derechos.

UNIVERSIDAD conversó con el portavoz para el tema del Colegio de Psicólogos de Costa Rica, Óscar Valverde, quien es experto en Derechos Humanos (DDHH) y tiene una maestría en salud sexual y reproductiva. También formó parte del Programa en Salud Reproductiva para la oficina de Costa Rica del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) de 2008 a 2014.

SU: ¿Cómo analiza la reacción que se ha generado en el país luego de la resolución?

OV: La gente está muy asustada. A nosotros nos preocupa, aunque planteemos que somos un pueblo pacífico y efectivamente tenemos un rasgo histórico-cultural que nos diferencia de la región en este sentido.

En Costa Rica, somos un país bastante homogéneo en donde el concepto de tolerancia debe de avanzar cada vez más hacia el respeto; entender que los rasgos diferentes de otras personas no los hacen distintos en términos de dignidad.

Desde la posición profesional de la psicología ¿cómo deben de actuar para contribuir a la coyuntura que tiene la sociedad en este tema?

-Nosotros tenemos que avanzar como facilitadores de esa conducta de paz, promotores de una convivencia social y conocimiento de la diversidad humana: la cual no se restringe solo a la diversidad sexual.

La vocación establece que nuestro compromiso está orientado a la libertad de la persona y la libertad de sus derechos; en ese sentido, cuando hablamos de derechos humanos más allá de posiciones técnicas, hablamos que los modelos de abordaje deben de estar orientados a apoyar todos los procesos sociales orientados al reconocimiento de los derechos humanos.

Partiendo de que cada profesional tiene valores, principios y creencias distintas ¿Cómo trabajan para que no influyan?

-Los profesionales en psicología tenemos un instrumental teórico y técnico para apoyar procesos de bienestar en las personas. Ninguna creencia personal -lo cual es respetable porque somos seres humanos y como tales tenemos derecho a creer en lo que queramos- pero ninguna puede estar por encima del bienestar de la persona.

El Código de Ética de nosotros establece que no podemos dejar que por una creencia personal se atente a la integridad ni a las decisiones de las personas. No podemos incurrir en ninguna situación en donde se mancille la dignidad. Nosotros no nos podemos apartar del marco jurídico, por tanto, el ejercicio de nuestra profesión no puede hacerse a la par de creencias religiosas porque desde esa perspectiva no estaríamos actuando como profesionales en psicología.

¿De qué manera ha cambiado la forma de ver la bisexualidad o la transexualidad, desde la psicología?

-El conocimiento humano avanza, por tanto podría haber una evolución de cómo comprendemos los procesos humanos y sociales. Conforme se ha ido documentando las experiencias humanas se empieza a tener conciencia de que cuando hablamos de la orientación e identidad sexual, estamos frente a procesos naturales humanos que se han presentado a través de la historia. El hecho que se presente en un porcentaje de población reducida, no significa una anormalidad, significa que es parte de la diversidad humana.

¿Cómo valora la manera que está sucediendo el cambio en el país? Tomando en cuenta el caso de otros países donde se ha dado por presión de la sociedad y no mediante una opinión consultiva.

-La historia de nuestro país nos demuestra que nos cuesta mucho lidiar con la diversidad en todo sentido. La diversidad sexual es solo un rasgo de la diversidad humana. La única forma de avanzar en un país democrático es tener la posibilidad de reconocer que existe la diversidad, de valorar que esa diversidad nos fortalece como país o especie humana y entender que las diversidades o las diferencias no tienen por qué influir en condiciones que violenten los derechos o promuevan discriminación.

Hemos crecido en un país que le cuesta reconocer la diferencia. Si miramos hacia afuera de otras sociedades que nos llevan la delantera y que hace muchos años reconocieron la diversidad y los derechos hacia ellos, vemos que la sociedad sigue avanzando y siguen existiendo distintos modelos de familia, distintas creencias religiosas. Se trata de aceptar la diversidad en el marco del respeto y la diversidad de los derechos humanos. Nadie pierde y todos ganamos.

¿Cuáles son los principales impedimentos como sociedad para avanzar en este tema?

-La sociedad tiene miedo de que si se habla del tema lo que se va a hacer es poner orientaciones sexuales diversas o que va a confundir. Sin embargo, lo que se ha venido documentando es que no importa si te formas en una familia o escuela que te da una normativa determinada, ya a tempranas edades empiezas a percibir una orientación que hace que las personas se sientan incómodas, que no calzan o que tiene que esconderlo. Desde temprana edad hay un impulso que tiene que ver con la orientación sexual.

-Lo que no entendemos nos genera mucho miedo y nos hace perder la identidad. El odio, desde mi punto de vista, tiene una raíz en el miedo. Hay una percepción de que la diversidad puede generar un serio problema social.

¿Cómo trabajar para buscar un consenso que apunte al respeto más que a un ganar o perder en las posiciones o argumentos de cada quien?

-Los discursos no colaboran de ninguno de los dos lados, realmente lo que necesitamos es ir a un diálogo y entender el que yo respete los rasgos particulares de otras personas, no significa que tenga que vivirlos, tampoco  que si los reconozco violentan los derechos a otros. Cuando yo digo que solo existe una moral para vivir la vida, eso es imponerla. Mi creencia no me da derecho de imponérsela a otros, de ningún tipo. 

* Óscar Valverde, experto en Derechos Humanos (DDHH). Formó parte del Programa en Salud Reproductiva de la oficina en Costa Rica del Fondo de Población de las Naciones Unidas (2004-2008)