Imagen Ilustrativa google.

En un pueblito alejado de la capital, Guadalupe y Clodomiro, tenían un año de casados y apenas estaban empezando a construir su patrimonio pero llegó el anuncio de una guerra y no tuvieron otro remedio que enfrentarla.

- ¡Guadalupe fijate bien en lo que hacés porque la cosa se está poniendo fea y me voy pa la guerra, le dijo Clodomiro a su esposa mientras acomodaba la leña en la troja.

Más tarde se sentaron juntos a tomar café con tamal asado, cerquita de la cocina de leña, porque estaba lloviendo y hacía mucho frío. Conversaron sobre los rumores de que para Costa Rica era inevitable ir a la guerra.

- ¿Clodomiro de qué guerra me estás hablando?, preguntó Guadalupe.

- Pues de la que hablan todos en la pulpería, en el cafetal, en el trapiche, a la salida de la misa, en todo lado, hasta en el novenario de ñor Sebastián, sólo de eso se habló, comentó Clodomiro.

- ¿Y contra quiénes tenemos que ir a pelear? Hace años que no se habla de guerras en Costa Rica. Aquí todos vivimos sin lujos pero tranquilos; nos comemos el arrocito y los frijoles en paz, trabajamos duro y le sacamos provecho a la tierra, por qué tenemos que ir a pelear, agregó Guadalupe muy asustada.

- Pos mujer, pa defender eso mesmo que estás diciendo. Llegaron a Nicaragua unos hombres con intereses malvados y sus planes son los de esclavizarnos, apropiarse de nuestras tierras, quitarnos nuestras costumbres, y poner las de ellos, explicó Clodomiro.

- ¡Diay, pero cómo puede ser posible! ¡Los tres dulcísimos nombres! Y aunque no queramos, tenemos que ir a combatir, exclamó Guadalupe angustiada.

- ¡Sí y no hay de otra! Es que si no vamos, perderemos todo lo que hemos logrado hasta ahora y tenemos que confiar en nuestro presidente don Juanito Mora Porras. Él vio que estamos en peligro de perder nuestra libertad y nuestra independencia y ya convocó a todos los hombres del país con edad de 18 a 50 años, para enlistarse en el ejército, dijo Clodomiro con mucha preocupación e incertidumbre.

- Pues si es así ahora entiendo porque me dijiste que no matara el gallo para hacer el arroz con pollo. Es mejor cuidar las vaquitas, el chancho y las gallinas porque naide sabe en qué va a parar este asunto de la guerra, comentó Guadalupe.

- Así es, pero nos irá bien. Expulsaremos a esos invasores y volveremos a vivir en paz. No somos cobardes y defenderemos a Costa Rica con coraje y valentía. Todos seremos héroes y salvaremos la patria del invasor, dijo Clodomiro, con mucho orgullo y seguro de que la victoria estaría de su lado.

- ¡Pues que Diosito Santo los ampare, los lleve con bien y guelvan sanos!, clamó Guadalupe, mirando al cielo persignándose y dándole un fuerte abrazo a su esposo.

Clodomiro partió con el ejército que días después, en la batalla de Santa Rosa, en Guanacaste, logró expulsar a los invasores del territorio nacional.

Luego, con ayuda de los ejércitos de los demás países centroamericanos y tras fuertes combates en los que perdieron la vida muchos soldados, lograron expulsar a los llamados filibusteros de Nicaragua. La guerra concluyó en 1857 y la victoria fue para los países centroamericanos.

Guadalupe y Clodomiro, fueron una pareja de campesinos como muchas otras que dijeron sí a la defensa de Costa Rica, en la Guerra Patria Centroamericana de 1856-57. Hoy les agradecemos su esfuerzo y su valentía.

Honor y gloria para estos héroes invisibles! Ellos dieron un valiente mensaje al mundo:

“La patria es el suelo donde se nace, es el terruño que nos abriga al nacer, es donde descansan nuestros antepasados, donde labramos nuestro presente y soñamos nuestro futuro.

Costa Rica es nuestra hermosa y bella patria y que con el esfuerzo cotidiano la vamos a preservar siempre libre y soberana, para el disfrute nuestro y el de nuestra descendencia”

Atentamente,  Clodomiro y Guadalupe

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          ¡Los abuelos dieron la clase!

Sandra, la joven maestra es muy responsable y llegó temprano a su aula para colocar los materiales de estudio y recibir a sus estudiantes del kinder. Se iba a conmemorar la batalla ocurrida en Santa Rosa, Guanacaste, en 1856, fecha en que el ejército costarricense se enfrentó a un grupo de soldados llamados filibusteros, quienes querían establecer la esclavitud en Centroamérica.

Días antes, ella le solicitó al grupo que si alguno de sus abuelitos o amigos de ellos había estado en una guerra, en Costa Rica o en otro país, los invitarán al aula para que narraran sus experiencias.

Ese día el estudiantado llegó puntual pero no aparecieron los abuelitos ni los amigos de los abuelitos. La maestra preguntó a sus estudiantes porque estos no habían venido. Algunos levantaron la mano y explicaron las razones:

Verenice dijo: -Mi abuelo vivió en Estados Unidos, fue soldado y peleó en un país que se llama Viet Nam. Él no quiere hablar nunca de esta guerra porque sufrió mucho y no le hace bien a su salud recordar momentos tan tristes.

Virginia agregó: -Mi abuelita perdió a su padre en una guerra en Nicaragua y dice que su vida fue muy dura por su ausencia. Que pasaron muchas angustias y necesidades, que ella no desea revivir ese cruel capítulo de su vida.

José Andrés comentó que su abuela está ancianita y pasó una niñez con muchas necesidades porque sus padres lo perdieron todo en una guerra que sucedió en Costa Rica en 1948. Su familia fue perseguida, encarcelada y los soldados los maltrataron con mucha crueldad. Ella no puede caminar solita y usa bastón.

Floricell, abriendo sus enormes ojos color avellana, suspiró y dijo que su abuelo era salvadoreño y fue condecorado en una guerra por sus servicios a la patria. Les mostró una medalla recibida por su coraje y valentía pero había perdido sus piernas en esa guerra y nunca permitió que se hablara de la guerra en su casa.

Walter, un alumno serio y muy formal, leyó un corto mensaje escrito que mandó su abuelita a la maestra:

Estimada Niña:

Por favor no enseñe a sus alumnos lo que es la guerra.

Enséñelos a amar la paz, para que nunca tengan que experimentar los horrores que causan los conflictos armados en los pueblos”

La clase se sumió en un profundo silencio.

La maestra, sorprendida, se dio cuenta de que los abuelitos no estuvieron presentes pero habían dado la clase, con los mensajes trasmitidos por sus descendientes. Sonó el timbre para salir al recreo y el grupo seguía guardando un profundo silencio. Nadie se movía de su asiento.

La maestra se puso de pie y con una mirada de esperanza, habló muy inspirada:

“Las guerras son crueles pero en ocasiones hay que hacerlas, cuando un país corre el peligro de perder la tranquilidad y el bienestar de las familias.

Esto nos sucedió en 1856. Costa Rica se vio obligada a participar en una guerra para recuperar la paz y la libertad de sus habitantes. Por eso recordamos batallas como la de Santa Rosa, donde los soldados del ejército costarricense salieron victoriosos. Gracias a su esfuerzo y valentía, se defendió el territorio y se dio un contundente mensaje al mundo: Costa Rica se respeta. Gracias a estos valientes soldados, que ofrendaron su vida por nuestro país, es que hoy respiramos el aire puro de la libertad”.

Los niños y las niñas le aplaudieron satisfechos porque esa mañana aprendieron una gran lección de vida:

“Hay guerras inevitables pero todas son crueles. Tener paz es una bendición y esta debe reinar en todos los países y en el corazón de todas las personas”.

 

Actividades didácticas

- Los responsables del grupo recuerdan a los alumnos los cinco pasos para vivir en paz en el aula:

1. Mantener ordenado su escritorio y evitar hacer regueros de líquidos.

2. Compartir lo que se tiene y ayudar a quien lo necesite.

3. Tratarse con respeto y con cariño.

4. Cumplir con las tareas y las indicaciones del docente.

5. Colaborar con las actividades grupales.

- Los docentes insisten que la paz se practica en los hábitos cotidianos por eso para salir al recreo deben ponerse en fila, guardar la distancia, llevar sus loncheras y disfrutar del recreo.

- Durante el receso los docentes compartirán los estudiantes sus pasatiempos y observarán que estos se diviertan y compartan entre sí.

- El encargado del grupo indica que deben preguntar a su familia qué significa “vivir en paz”. En un sencillo dibujo expresan lo que entendieron.

- El docente recoge los dibujos, los pega en la pizarra y solicita al alumnado que explique sus pinturas.

- El docente indica que la paz se debe vivir en todos los hogares. Que el primer paso para vivir en paz es practicar el respeto hacia los demás.

- Insiste en el cuidado que deben dar a su cuerpo con el ejercicio y practicar hábitos alimenticios sanos, para mantener una buena salud.

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              ¡Y se levantaron en armas!

En el mes de enero de 1856, en una empolvada calle de un pueblito llamado San Pedro del Mojón, se encontraban cuatro niños jugando trompos. Adriana y Eugenia, sus amiguitas, los observaban entretenidas con sus muñecas de trapo. Entre jugadas y discusiones, se divertían, aprovechando que habían cogido café todo el día y que la tarde estaba fresca y sin lluvia.

Era una hermosa tarde del verano.

Miguel, el más peleonero, en cada jugada trataba de sacar una guápil de café metida dentro de una rueda pintada en el suelo Era muy impetuoso y mientras enrollaba su trompo con el cáñamo, comentó a sus otros amigos que lo observaban esperando su turno:

- ¡Aunque no lo crean pero mi “tata jala pa la guerra”!

- ¿Cómo se te ocurre? ¿Y quién va a atender la zapatería? preguntó Manuel asombrado, mientras admiraba la forma tan meticulosa en que Miguel enrollaba el cordel alrededor de su trompo.

- ¿Por qué te asustas Manuel? Mi Tata dijo anoche que él se va a pelear y creo que mi hermano Juancho también, agregó Dionisio.

- ¡Diay y ahora todos los tatas y hermanos mayores van pa la guerra!, agregó Juan.

Miguel terminó de enrollar la cuerda y antes de tirar el trompo les dijo: “en mi casa desde hace días solamente se habla de lo que dice ese señor don Juanito Mora, el presidente y lo que habla el padre en el sermón, en la misa de los domingos: “la guerra pa arriba y la guerra pa abajo”. ¡Se imaginan que nos avisen que a mi tata lo balearon o que murió! Mi mamá está muy triste y enojada. La veo llorosa y ni le pregunto porque sé que está sufriendo mucho.

También dos hermanos de ella van “p la guerra” y mi abuelita queda sola, en la casa vieja del cerquillo, por el bajo del río.

Miguel tiró el trompo a la guápil pero le pasó de largo y se molestó mucho por su mala puntería. Los tres amigos se burlaron.

–Si seguís hablando de la guerra no vas a pegar ni una, le dijo Juan muerto de risa pero, de inmediato abrió sus ojos negros como si se le fueran a salir de sus órbitas y les comentó en secreto y voz baja:

- ¿Sabían que desde hace días ellos van a practicar para ser buenos soldados? Mi tata y mis tíos lo tienen calladito pero, todos los domingos se van de cacería de conejos al monte y lo que hacen es ir a las prácticas militares.

- ¿En serio? Ahora entiendo porque mi tata inventa cuentos pa salir los domingos en las mañanas y nunca sabemos pa donde agarra, comentó Miguel muy extrañado.

- Todos ellos andan en lo mesmo. Son bien agazapados porque lo hacen de acallao para que nadie en las casas se ponga nervioso, explicó Juan.

- ¿Y por qué van a una guerra? ¿A pelear contra quiénes?, pregunto Manuel.

- Según dijo mi tata, llegaron a Nicaragua unos tipos con muy malas intenciones porque quieren apoderarse de todos los países cercanos y nos van a quitar la libertad, nuestras casas, ya no podremos ir a la iglesia y no seremos libres, o sea, ya no podremos jugar trompos, ni a escondidas, ni con las muñecas porque ellos nos vigilarán y si no les hacemos caso nos van a matar, aclaró Miguel en un tono de voz que evidenciaba la tragedia que estaba por sucederle a toda la población.

Adriana y Eugenia intrigadas se acercaron para escucharlos mejor y por supuesto que se sorprendieron al escuchar que sus padres también se iban para la guerra. Ellas no demostraron miedo, al contrario, con entusiasmo y muy seguras de sí mismas agregaron que irían a la guerra como enfermeras, para cuidar a los soldados heridos en las batallas.

Dionisio, escuchaba silencioso las manifestaciones eufóricas de las chicas y de pronto se transformó. Tomó una actitud de soldado listo para el combate. Guardó su trompo en la bolsa del pantalón, tomó una rama de un palo que estaba en el suelo y como si fuera un fusil se lo acomodó en su lado derecho y les dijo en tono fuerte y desafiante, al mejor estilo militar:

- Pos, si don Juanito me llama me voy a pelear con mi tata. Lleno de coraje y con mucha gallardía salió marchando con la rama empuñada por su brazo, cual si fuera un fusil de verdad.

Y no fue cuento que Miguel, Juan, Manuel, Adriana y Eugenia lo siguieron y en formación militar marcharon por todo el pueblo. La gente sorprendida los miraba asombrada y comentaba que algún bicho raro los había picado.

Los tatas al enterarse de tan inusual desfile, les pegaron una buena “zarandeada con jalada de orejas” por andar haciendo loco en la calle. No pudieron jugar más a los soldados ni a las enfermeras pero, muy orgullosos demostraron al pueblo que no eran cobardes y que estaban listos para pelear por la tranquilidad de sus familias y por la libertad de su patria; pero también, para defender el derecho a jugar trompos, a escondidas y con sus muñecas, que era lo que más les gustaba hacer en sus ratos libres, después de ganarse el sustento, los uniformes y los útiles de la escuela, con las cogidas de café.

 

Actividades didácticas

Explica a tu familia o compañeros de clase lo que sabes de la Guerra Patria

Centroamericana o Campaña Nacional de 18567-57. Si deseas conocer más

accesa a Internet.

Consulta con el docente las dudas que tienes. Comparte con tu familia o

compañeros de clase tus inquietudes al respecto.

Pregunta a tus padres y familiares si fueron a “recolectar café” y cuáles

anécdotas o experiencias vivieron en los cafetales. Comparte sus

comentarios con los que recojan tus compañeros/as de aula.

La niñez y la juventud costarricense recolectaban café y con lo que ganaban

se compraban sus uniformes y los útiles para asistir a la escuela y al colegio.

¿Por qué no lo hacen en los tiempos actuales?

Pregunta a tus familiares y amistades cuáles juegos jugaban cuando tenían tu

edad. Comprobarás que muchos de esos juegos ya no se practican. Investiga

la razón por la que se han dejado de jugar.

Aprende a jugar trompos, canicas, escondido, rayuela, yackses, papel, piedra

y tijera, oba, otros, para que los practiques en tu casa y cuando concluya la

pandemia, los juegues con tus compañeros/as de clase.

Expone en un pensamiento qué es lo que más disfrutas cuando socializas con

compañeros/as de tu misma generación.

En una pequeña redacción explica por qué en los tiempos que te ha

correspondido vivir, la tecnología ha cambiado tu forma de entretenerte.

(* Escritora, miembro de la Academia Morista de Costa Rica)  Libro Cuentos y relatos sobre la Campaña Nacional de 1856.