El pasado domingo, dirigentes religiosos fundamentalistas salieron a la calle para “defender” un prototipo de familia que discrimina los diferentes tipos de familias existentes, haciendo reconocimiento de un solo modelo: la familia tradicional -casi extinta en el país-, en una marcha con expresiones, consignas y pancartas llenas de mensajes excluyentes y prejuiciosos contra las personas que sólo quieren amar a otras personas en paz, y contra las mujeres que quieren decidir sobre sus cuerpos sin intromisiones.

Hoy nos encontramos con otra de esas joyas, hijas de ese machismo recalcitrante que se niega a desaparecer de la sociedad tica, esta vez de voz del candidato a presidente y diputado del partido Accesibilidad sin Exclusión (PASE), Óscar López, que en declaraciones a medios realizó una apología de la violación al afirmar, con respecto al tema de la despenalización del aborto en casos de violación, que “existe una delgada línea entre la violación y el sexo consentido”.

La violación es un acto gravísimo de violencia que además puede causar un gran daño físico y emocional a aquella persona afectada por esta. De ninguna manera se puede justificar el uso de una figura tan terrible y triste como la de la violación, que además constituye un delito, tal como lo hace el señor Óscar López en comentarios totalmente desafortunados, insensibles y desubicados.

Estas tres manifestaciones de clara violencia contra las mujeres en tan pocos días nos evidencia una sociedad costarricense que continúa reproduciendo patrones machistas, sexistas y patriarcales, donde las mujeres, sus cuerpos, sus vidas, no son importantes y pasan a un segundo, tercero y cuarto plano; pero, peor aún, deja claro que siguen existiendo figuras en puestos de elección popular que realizan declaraciones de este tipo sin ningún pudor ni vergüenza.

Es urgente reflexionar y discutir, como sociedad, como fuerza política, como grupo social, sobre la violencia contra las mujeres con la seriedad y el compromiso que este tema se merece y de una vez por todas hacer tangible y palpable de muchas maneras esos compromisos e instrumentos internacionales firmados por el Estado costarricense para erradicar cualquier forma de violencia contra las mujeres.