¿Cómo se sienten todas esas personas cuyo delito es desear ejercer el derecho humano al trabajo para vivir del sudor de su frente y son perseguidos y perseguidas por la policía municipal todos los días a cualquier hora del día?

¿Sabrán esos vendedores y esas vendedoras ambulantes el significado de torturar? Torturar significa en el léxico más elemental: “Someter a castigo físico o psíquico a una persona con el fin de mortificarla o para que confiese algo. Causar pena o sufrimiento intenso y continuado a una persona”. Esas personas que se ganan o tratan de ganarse la vida honradamente en lugar de ponerse a robar, a traficar drogas, o a secuestrar infantes para su tráfico, son sometidas a castigo psíquico y a mortificaciones diariamente en el país más feliz del mundo.

¿Será que la felicidad de los y las costarricenses reside cual corrida de toros en ver como en la Avenida Central, en la Avenida Segunda o calles aledañas la policía corre detrás de esta gente para arrebatarles las mercaderías? ¿Será que hay un gusto sádico en observar, día tras día, año tras año, este deplorable circo romano del siglo XXI?

“¡Salve, oh patria!, tu pródigo suelo
dulce abrigo y sustento nos da;
bajo el límpido azul de tu cielo,
¡vivan siempre el trabajo y la paz!”

Las caras de desesperación de esta gente tratando de salvar el pellejo de su mercadería no se me olvidarán mientras viva. El martes 25 de agosto, en plena Avenida Segunda, una mujer desesperada casi es atropellada por salvar la mercadería. Observé el rostro y la expresión de desprecio con que el policía le arrebató sus cosas y la depositó en el suelo como si se tratara de un poco de basura. Vi a varios policías ejercer este atentado contra los derechos humanos más elementales y no levantan acta de decomiso. Todos se parecen irremediablemente a los gorilas de la Escuela de las Américas.

Este “reality show” lo lleva a cabo la policía municipal con la misma cara de sadismo todos los días. 

Sé que hay gente que me va a criticar porque afean la ciudad, pero qué más feo que los caños y las cloacas salientes como los tiene o los permite la Municipalidad de San José, o los miles de parqueos que inundan esta ciudad. ¡No me vengan con estética en San José, porque es el reinado de la fealdad y la suciedad!

También me van a decir que cumplen con la ley. ¿Cuál ley?, ¿la de Barrabás?, ¿la de Herodes?, ¿la de Nerón? ¿Cómo se permite y se convive con esta violación de los Derechos Humanos? ¿Cómo nos decimos humanos y no hacemos nada para que esta violencia diaria termine de una vez por todas?

Los ladrones y las ladronas de la Trocha, los deudores de la CCSS, los protagonistas del escándalo Fischel y Alcatel, los que metieron mano en Asignaciones Familiares, en el Banco Anglo o en el Fondo de Emergencias, los empresarios que le adeudan al Estado sumas millonarias andan como si fueran los y las ciudadanas más ejemplares. Hasta les solicitan reuniones y consejos de cómo gobernar; pero esta pobre gente que no posee más opción que desgañitarse para recoger una miseria al final del día, tiene que soportar el latigazo de la vergüenza pública, el azote de la desesperación porque nadie le recompensa si le decomisan la mercadería, la cruz de ser tratada como bandolera, siendo como es un ejemplo de HONRADEZ en este país de LADRONES, no puede pasar un día sin que la persigan.

Hemos denunciado múltiples veces los carros de Movistar a las autoridades municipales y del tránsito porque obstaculizan las vías públicas; la policía municipal alega un vacío en la ley que le impide actuar y la policía de tránsito que carece de oficiales para hacerlo; al final, no les hacen ni un parte. ¡Esos si obstaculizan el paso!, pero resultan invisibles frente a la ley

Como dijo hoy un señor muy indignado, “las leyes en este país están hechas al revés, para castigar a los pobres y favorecer a los ladrones, sobre todo de los fondos públicos”.

Dentro de tres años, aparecerá otro cínico u otra cínico para el show de las elecciones y lloverán las promesas de cambio, mientras tanto la injusticia social seguirá galopando y atropellando a los más humildes.

¿Por qué no se hace una investigación policial acerca de quiénes son los grandes comerciantes que proveen de mercancías a este ejército de desvalidos? ¡Ah!, no, mejor no, estamos en la era del libre comercio y los tagarotes y explotadores son intocables. La ley está de su lado, la policía también y hasta la fiscalía.

Socióloga y profesora universitaria.
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