Lamentablemente quienes hacen y aplican la norma penal muchas veces se ven influenciados por el populismo punitivo y la injerencia social, en casi todas las ocasiones, sujetos desconocedores de política criminal, prevención del delito y derecho penal. Con esto se genera leyes completamente desproporcionadas y arbitrarias creando un sin número de penas más duras y creando más tipos penales, y jueces olvidándose de garantías fundamentales para condenar a cierto tipo de personas (derecho penal de autor, criminalización secundaria) para complacer la emoción popular, por un delito que llamó la atención en su momento dado y distribuido en forma masiva por los medios de comunicación, ya que dicho delito se puso de moda por en algún tiempo.
No es de extrañar que en Costa Rica aparezca un político proponiendo una ley más severa después de salir una noticia de un delito de moda, para aprovecharse en beneficio de sus propios intereses. O casos extremos como Uganda, un país Africano con un proyecto de ley penal que castiga de muerte a los homosexuales debido a la injerencia religiosa en la población y el complaciente discurso político.
De esta misma manera los jueces llegan a verse influenciados en sus resoluciones y tratan en una forma más severa algún tipo de delincuencia irrespetando las garantías del imputado, condenando en forma abusiva al delincuente y condenando, inclusive, al inocente debido a la presión social, de esta manera se entra a un eficientísimo penal en el poder judicial, donde publican que se están condenando a los delincuentes para apaciguar a una ciudadanía manipulada por el populismo punitivo en contraposición de un poder judicial garantista que respeta los derechos de las personas sean estas imputados u ofendidos, víctimas o victimarios, culpables o inocentes.
Los jueces menores en algunas ocasiones son presionados a resolver conforme a lo que los tribunales superiores quieren, y estos manejan una política criminal muchas veces complaciente al populismo mediático, muchos jueces inferiores optan por “el principio de conservación del puesto” y resuelver contra sus propios criterios, para quedar bien con sus superiores y no ser despedidos.