La recuperación del pasado en una etapa de desarrollo personal turbulenta, como fueron los 70s y 80s, es un esfuerzo por redefinir nuestra identidad y encontrar explicaciones de nuestros actos desde la distancia del tiempo, con la mesura, madurez y perspectiva que el transcurso de los años y las canas nos han concedido.

Lo que más rescato de esta novela es la experiencia personal vivida por el protagonista, su respuesta frente a los retos coyunturales de esa adultez joven colmada de hormonas, idealismo y búsqueda de utopías que se tradujeron en acciones concretas, como la militancia política clandestina que, aun poniendo la propia vida en juego, perseguía fines loables como el combate contra la injusticia, la desigualdad y la pobreza.

Los lectores terminamos exhaustos, sin poder detenernos en su lectura, por la forma ágil en que se desarrollan las distintas historias que contiene, mediante la intercalación y alternancia que alimenta la trama principal con relatos secundarios muy bien seleccionados.

La novela abarca temas fundamentales de la condición humana, tales como la sensibilidad social, la militancia política, los conflictos familiares, la búsqueda de identidad, las emociones y conflictos personales, los procesos de cambio ideológico, y los conflictos eternos entre colectividad vs individualidad, necesidad vs libertad y violencia vs pacifismo.

Los que vivimos esa época convulsa, al leerlo volvemos a sentir esas mariposas en el estómago. Los que no la vivieron, tendrán una valiosa oportunidad para entenderla.

 

(*) Enrique Vásquez es profesor de literatura