La pasada primavera, durante una reunión en Ginebra, Estados Unidos habría intentado primero modificar y luego bloquear la medida, incluso con la amenaza de represalias a otros países.
Basada sobre decenas de investigaciones, la resolución recomienda la leche de la madre como muy saludable y solicita a los países a limitar el mercado imperfecto o engañoso de los productos sustitutos.
La ciencia reconoce desde hace mucho tiempo que la leche materna en los primeros seis meses de vida del recién nacido promueve su desarrollo neurocomportamental y reduce los riesgos de varias enfermedades, incluso para la madre.
Los sustitutos, en cambio, no tienen las mismas propiedades y en algunos países del tercer mundo se convierten en peligrosos por la necesidad de usar agua, a menudo contaminada.
Estados Unidos, abrazando los intereses de los productores de leche artificial, primero intentó limar el lenguaje del texto, eliminando las partes en las que se invita a los gobiernos a “proteger, promover y apoyar la lactancia materna” y limitar la promoción de productos alimentarios que según muchos expertos tiene efectos nocivos en los niños.
Luego, sin reconocerlo, pasaron a las amenazas, evocando el posible recorte de ayudas a los países pobres si habían apoyado la moción. Se desconoce que sucedió con Ecuador, que rápidamente dio marcha atrás frente al fantasma de represalias y el retiro de ayuda militar.
Además, al menos una docena de países, principalmente naciones de Africa y de América Latina, como México y Uruguay, temen una “venganza” estadounidense. “Estábamos sorprendidos, desconcertados e incluso entristecidos”, comentó Patti Rundall, directora del grupo británico Baby Milk Action, que participó de la reunión.
“Lo que sucedió -añadió- fue el equivalente a un chantaje, con Estados Unidos reteniendo al mundo como rehén e intentando anular casi 40 años de consenso sobre la mejor manera de proteger la salud de los recién nacidos y de los niños”.
Al final, sin embargo, Estados Unidos tuvo que rendirse: los rusos presentaron la medida y los estadounidenses tuvieron cuidado de no hacer amenazas.
Pero la tendencia de la administración estadounidense sigue siendo el privilegiar el negocio ignorando la investigación científica independiente: lo demuestra, escribió Politico, el intento de cancelar una reporte de la Agencia para la Protección del Ambiente -completado antes de que Trump asuma- sobre los crecientes riesgo de inhalar formaldehído, sustancia cancerígena.
(Con información de ANSA)